Una bella historia...


Llovía, si, llovía mucho aquel oscuro día de primavera, yo observaba desde mi pequeña conserjería. Miraba a través de la ventana, el patio estaba triste y desalojado, los alumnos jugaban y corrían por los pasillos del colegio. Algunos de ellos entraban y salían alborotadoramente de mi habitáculo.
Mirándoles fijamente fruncí el ceño y, lo más seriamente que pude, cogí el teléfono haciéndoles ver que hablaba con la dirección. Cuando, instantes después, colgué el auricular, me volví a los chicos y les dije: - La directora viene para acá y viene muy enfadada. Entonces, ante mi sorpresa, uno de aquellos niños cogió el teléfono que yo acababa de colgar e inmediatamente estiró el brazo ofreciéndomelo mientras, inocentemente, me decía así: - "Es para ti, es tu papá".
Sentí una brusca y fría sacudida, un escalofrío que me recorría la piel erizando mis pelos de cabeza a pies.
Ella no lo podía saber... ¿ Como iba ella a saber que mi "papá" murió cuando yo le empezaba a conocer ? Jamás podrá ella saber cuanto le he llorado, cuanto le he necesitado.
Sin quererlo cogí aquel teléfono y me lo puse al oído mientras levantaba la cabeza al cielo y, con los ojos humedecidos, contesté:
- Dime Papá... !!!