A un conserje...


Estimado compañero:
Antes de nada quiero reconocer y agradecer el trabajo que realizas en aras de la educación. Es un trabajo sin relieve académico, pero de indudable valor para el funcionamiento de la institución. Un director me decía hace poco tiempo que se notaba más la ausencia del conserje en el centro que la de él mismo. El desconcierto era mayor, los problemas se multiplicaban, el clima de desorganización era evidente...
Es el tuyo un trabajo en la sombra, realizado entre los bastidores del escenario, pero indispensable para que la obra salga bien. No tiene la iluminación de los focos, el beneficio del lucimiento ni el premio de los aplausos. Por eso algunos no lo ven. Por eso muchos no lo valoran.
Tu sabes bien quién es cada uno en el centro, dónde está cada cosa, cuál es el origen de muchos problemas. Cuando quiero saber cómo funciona un centro suelo dirigirme al conserje quien, a veces, me dice: "Si yo le contara..." Y es que realmente sabes mucho de la micropolítica de la institución. Otros, desde esferas más altas, apenas sí se enteran de lo que realmente sucede. Conocen las leyes, pero no la realidad. Saben de libros, pero no de los entresijos de la organización.
La primera imagen de la institución es la de tu cara que, de forma amable, atiende al recién llegado. Es la de tu desenvoltura al indicar a cada persona dónde está lo que busca o quién es el que puede dar respuesta a sus preguntas.
Tu relación con los alumnos es de enorme importancia. Ellos saben que tienen en ti un buen confidente, un cómplice magnifico, una ayuda indispensable. A ti te tienen más a mano. Tú estás más cerca de ellos que el director o el jefe de estudios.
Los profesores y las profesoras acuden a ti para todo. Hacer una fotocopia, dejar un encargo, arreglar un enchufe. Tienes que saber de todo, tienes que hacer de todo, tienes que estar en todas partes. Por eso digo yo que eres el verdadero "poder fáctico" de la institución.
Cuando acudes a las sesiones del consejo escolar tienes que hacer verdaderos equilibrios para situarte en aquel complejo sistema de fuerzas ocultas. Todos quieren contar con tu voto: la dirección quizás te ha advertido sobre la importancia de la cuestión para que no te despistes, los padres esperan que te inclines ante sus intereses ya que no te consideran un docente, los profesores cuentan con tu apoyo por que estás en el centro, los alumnos piensan que estás muy cerca de ellos... y tú, que te consideras de todos, a veces no sabes que hacer.
Por tu historia han pasado muchos profesores, muchos alumnos, incluso varios directores. Tú sigues en el centro, remontando todos los problemas, superando todas las etapas, atravesando todas las reformas. Has vivido muchas emociones, has conocido muchos enfrentamientos, te han querido situar en una de las partes del conflicto.
Acaso te sorprenden algunos comportamientos de los alumnos a los que no estabas acostumbrado. En tus tiempos las cosas eran de otro modo. Pero sabes adaptarte a esas nuevas circunstancias y sabes entender que los niños y los jóvenes de hoy tienen otro modo ser y de relacionarse.
Quieres el centro como si fuera una parte de ti mismo, te duelen algunas cosas que pasan y en silencio vives algunas situaciones que te hacen daño. Nadie te agradece muchas cosas que haces por que parece que se han solucionado solas y no eres partidario del autobombo.
Conoces el caso de otros compañeros que bromean con tu entrega y tu disponibilidad. Algunos piensan que lo verdaderamente inteligente es aparentar y "no dar golpe", saber "escurrir el bulto" y practicar el deporte de "encogerse de hombros" y de "mirar para otra parte"... incluso, alguno te ha podido acusar de "pelota" o de "colaboracionista" cuando lo que pretendes es, sencillamente, hacer con dignidad y esfuerzo tu trabajo. Las risitas maliciosas te desaniman y habrás sentido la tentación, más de una vez, de alistarte en el pelotón de los que viven del cuento o de la mala jeta. Porque algunos parecen sentirse felices no haciendo nada, dando malas contestaciones o mostrando cara de amargados. Afortunadamente no has claudicado. Afortunadamente sigues manteniendo intacta tu disponibilidad y tu empatía. Tu optimismo. Los años han pasado por ti o tú por los años, dejando una huella de serenidad.
Te importa la tarea educativa y, a tu manera, participas en ese proyecto y en ese quehacer. Lo haces a través de tus cotidianas actividades, de tus relaciones con los diferentes miembros de la comunidad y, también, de tus aportaciones en las sesiones del órgano máximo del gobierno que es el consejo escolar, del que formas parte desde los comienzos.
Ojalá que tu trabajo pueda realizarse en un clima de respeto, de colaboración y de diálogo en beneficio de lo que todos anhelamos con fuerza: una mejor educación de los alumnos y de las alumnas para construir una sociedad más justa y tolerante.
Gracias, suerte y largos años. Un abrazo.